Sobre las hojas

Hay cosas que jamás olvidaremos, cicatrices oscuras y penetrantes que desequilibran la razón y nos envían directo a la penumbra, a nuestro infierno personal, al cementerio de los sueños rotos.
¿Qué se puede decir de un amor que no se agota? ¿Y qué de un dolor que no termina?
Esta noche escribo por mi, pero también por quienes se han visto merodeados por la desesperación últimamente, por esas tristezas añejas que siempre dolerán, huellas imperfectas de un pasado gris que no desaparecerá, que llevaremos a cuestas porque no sabemos cómo desprendernos de ellas.
Estamos rodeados de cuentos con final feliz, de historias imposibles que más de una vez nos han hecho preguntar "¿por qué a mi no?". Al menos yo, confieso que tengo la cabeza llena de ideales, fantasías y momentos que debieran terminar con un "Y vivieron felices para siempre ..." los cuales, con el tiempo, he descubierto que no necesariamente terminan así.
Ya no hablemos de príncipes azules, de superhéroes o de magia; hablemos de un buen compañero (o compañeros), de personas a las cuales admirar, de momentos cargados de misterio y pasión.

Aún existen, ¿verdad?
Esta noche la Luna está llena, custodiada por un viento helado y un manto de estrellas congeladas. Una noche perfecta para guarecerme entre tus brazos, mirar al infinito y borrar mis penas. Perfecta sería, claro, si pudiera acurrucarme en tu hombro desnudo, mecerme con tu respiración acompasada, entrelazar nuestros pies y tomar tus dedos entre mis manos frías.
Aún más perfecta si supiera exactamente que tú deseas lo mismo, que no son charadas que tu ser me necesita, que al amanecer me habré olvidado de los cuentos, y estaré viviendo mi propia historia soñada ...
Pero el amanecer ya está muy cerca, y embriagada de nostalgias, sola y desesperada es como me encuentro; pensando que es injusto amarte, por el dolor que eso provoca.

Fiebre

¿Cómo escribir si no tengo las palabras correctas? ¿Cómo si me perdí esta noche porque las horas me fueron insuficientes?
Con ojos abiertos fui acosada por sueños y astillas, que se encajaron en mi mente y me dejaron sorda, mareada y mal herida.
El tren pasó después de la hora convenida, para ofrecer la despedida a mi amante invisible, a sus caricias de humo y a su aliento imaginario. Adiós a su cuerpo transparente, a los latidos de su corazón inexistente, a las hebras de su cabello de noche, sus ojos de claro, su piel de cuarto menguante. Adiós a las noches serenas, a los sueños vacíos y los días sin alma. Adiós pues a mi calma, a mi camino a solas, a mi voz sin tu nombre, a tu piel sin la mía.

Frío

Se me hizo poco el tiempo que estuvimos juntos,
en que pudimos compartir aliento y risas;
tu cuerpo a mi lado, rodeando el mío, entrelazado a mi ...
un hermoso sueño que quisiera siempre repetir.
Me duele la distancia, me duele tu voz lejana,
no poder tocar tu rostro cuando me plazca.
Me duele no escucharte reír, no ser tu abrigo, tu vaso de alcohol.
Me duele aunque falta poco, aunque tres días supieron a un año de idilio,
aunque tus versos viajan hasta mi, y tu música atraviesa mis oídos.
La noche es fría, y yo te amo demasiado.
Quisiera nunca despedirme de ti,
no dormir si es necesario para mirarte en la penumbra,
¿Es esto amor o locura?
El uno roza con la otra como en un baile en decadencia,
como mi razón danza al filo del precipicio cuando te siento lejano,
como ahora.

Para el mejor fin de semana de mi vida.

¿Hasta siempre?

Vengo de una travesía frenética por el centro de Guadalajara, donde cada una de las tres horas que pasé ahí jamás vi cumplido mi deseo de que lloviera. Ahora los nubarrones acechan la ciudad por mi ventana. Bienaventurado el que está bajo techo.

Ahora bien, lo que me trae aquí es una simple necesidad de desahogo. Ya cuento los días para volver a casa (hogar suena muy cursi), las semanas que faltan para despedirme (quizá / lo más probable) parcialmente de aquí, de sus calles extrañas e incómodas para caminar, de su clima caluroso, de su gente francamente difícil de tratar (vale, la extranjera soy yo :P), y de las tortas ahogadas.

La señora con la que vivo me dijo que iban a extrañarme (su familia y ella, supongo), pero que yo también los extrañaré (suena a maldición, ¿a que si?), y me quedé pensando qué tan fuerte podría ser ese sentimiento. Es decir, han sido dos años que se me han ido bastante a prisa, donde creo yo que he aprendido muchísimo, tenido de experiencias a más no poder, reído, llorado, disfrutado y padecido.

A final de cuentas todo esto es parte de un proceso (de crecimiento me imagino, ¿o yo qué coños sé?), y que extrañe o no este sitio y lo que él conlleva dependerá del tiempo, de mi situación después de, de qué tanta falta me hará ver a la gente a la que estimo (léase: profesores, amigos y conexos), o de cualquier otro factor que por ahora escapa a mi imaginación.

Sé que añoraré esta habitación que pinté de rojo, puesto que ya la sentía como mía; pensaré seguido en las diferencias que hay entre la comida de mi madre y la de la mamá de a "mentis"; en todos los lugares bonitos que nunca pude fotografiar; en todas las cosas que me sucedieron aquí, en el centro, en la central, y en otros lugares que no mencionaré porque quien debe, sabe a qué me refiero.

Aún no canto victoria, puede que en el último momento me digan "siempre no" y tómala que me dejan aquí varada con todo y cosas :P (papá: si te creo capaz), pero la esperanza de ver amanecer muy pronto en el lugar que tanto amo, me da nuevas alas y renueva mis ganas de gritar:
¡HE VUELTO!


Madrugada

¿Por qué sigo soñando contigo?
En esta cama infinitamente blanca, atada a lo que parece una condena, despierta por la sed que me atosiga a altas horas de la noche, sorda por la conmoción de las pesadillas; agitada, sudorosa, asustada (¿por qué no?).
La habitación parece suspendida en el etéreo resplandor de la Luna llena; no hay sonido alguno en esta noche plateada, y por un segundo siento que moriré en el vacío, hasta que logro percibir un borboteo desesperado (¿qué es?)... el aire intentando entrar por mi garganta.
Siento las lágrimas correr por mis mejillas y empapar mis oídos al final de un rato. Agito la cabeza intentando secarlas, pero apenas consigo disiparlas. ¡Cómo quisiera poder frotarme los ojos! (sería tan bueno...), pero sólo me queda gritar en esta noche sin alma (¡de prisa! no tengo mucho tiempo).
Alcanzo a escuchar sus pisadas presurosas, el tintinear de las veinte llaves que cuelgan de su cinturón, sus movimientos torpes al intentar abrir la puerta, y la leve maldición que lanza cuando todas ellas caen al piso provocando un estruendo que quiebra la tranquilidad del pasillo.
Casi puedo reírme de la situación, pero la risa no brota esta vez, sólo suspiro y con una mueca lo saludo al verlo entrar (qué bueno que llegaste).
Él si sonríe, en su típico gesto dulzón y adormilado, ese que siempre tiene para las emergencias de más de media noche. Pregunta muy bajito si ha sido el mismo sueño (¿acaso hay otro que te haga venir corriendo?). Sí, ha sido el mismo, contesto en un susurro. De alguna forma, eso le tranquiliza; quizá sea porque sabe muy bien cómo controlar la situación (dame mi medicina viejo, déjate de charadas).
Al otro lado de la habitación, del único mueble que la decora además de la cama gigantesca, saca una jeringa y el pequeño frasco de contenido oleoso que cura mis malestares, pero que nunca ha logrado desaparecer los malos sueños (habrá que preguntarle si no hace falta más dosis...).
Me quedo quieta, tal como él lo pide, casi hipnotizada por la forma en que se vacía el frasquito, para luego deleitarme con el sumo cuidado con que despeja mi cuello, sujeta mi cabeza entrelazando sus dedos con las cortas hebras de mi cabello, penetra mi piel con la gruesa aguja, y me susurra al oído que todo estará bien, haciéndome cosquillas con sus labios.
Al terminar la operación, y mientras la mente se me va a blanco, se cerciora de que las heridas en mis brazos van sanando óptimamente, que las correas que sujetan mis muñecas no están demasiado apretadas, que todo está en orden, vaya. Pero antes de decir buenas noches ya me voy, algo en la ventana llama su atención casi asustándolo: al otro lado, un gato muy oscuro lo mira fijamente, como esperando a que salga, atravesándolo con sus ojos brillantes, sin parpadear.
Nervioso (sin duda) da un par de pasos hacia atrás y me mira, aliviado por el suspiro placentero que es mi repuesta a su despedida, y se va hacia la puerta caminando de espaldas, fijos los ojos en las pupilas de aquel felino estático, que al verlo partir salta desde la ventana al suelo, cayendo de pie, como si nada.

Insomnio

Esta noche me he perdido en la añoranza. Extraño a mares tu cuerpo, tu abrazo tibio y tu mirada misteriosa. Me tiembla el pecho al contemplar las horas que me faltan para verte, las noches que pasaré a solas hasta que pueda dormir a tu lado; el centenar de pasos que andaré en solitario, sin tu mano sosteniendo la mía.
Ando en un cuerpo sin vida, insatisfecha, vacía, atada a un presente que me obliga a divagar en el mundo imaginario de mis fantasías, deseosa de volar de una maldita vez ...
Es un día gris, siento el frío calarme y el aire atorarse en mi garganta.

11:45

Esperando a que se enfríen el horno y el pastel recién hecho para poder irme a dormir, me he puesto a escuchar canciones románticas/corta venas como si no hubiera nada mejor que hacer ... pero la verdad es que en un domingo cualquiera, casi a la media noche, pocas son las actividades que se me ocurren, tomando en cuenta que todo el mundo está dormido, se han ido los buenos conversadores del msn y a la par, el sábado fue fatigante.
En conclusión: soy una ociosa cocinera con una larga lista de pendientes, pero nula emoción para empezarlos siquiera.
Dentro de pocas (muy pocas) semanas, terminaré los dos años de la carrera que elegí, me quedará sólo un mes más para el seminario de titulación, más unas cuantas semanas de espera para el (odioso) acto académico y patapum! habrá finalizado esta etapa (... o no?).
Una vocecita interna me dice medio desesperada: ¡Ponte las pilas, carajo!, pero no es suficientemente poderosa para llevar mi trasero hasta la mesa prestada de trabajo y enfocar mis pensamientos a las labores pendientes.
No, apenas y me distrae un poco.
Lo que se roba mi atención son las ganas de dormir, de no levantarme por muchas muchas horas y dejar atrás al mundo un momento ... pero no, así no funciono y vamos a seguir, sólo quería contar esto un día después de la muerte de mi madrina, que aunque me ha partido la noticia, se siente un alivio muy amargo, como si hubiese sido algo anunciado, algo que temía pasaría muy pronto, aunque jamás lo había pensado.
Quizá a eso se deba mi falta de atención hacia lo "importante", porque para mi, lo importante era estar en su velorio, abrazar a sus padres y a sus hermanos, llorar con mi madre y despedirme de ella, de la forma común en que uno hace, porque nunca tuvimos un lenguaje secreto, creo que ni siquiera tengo una foto de nosotras juntas además de las de mi infancia. No sé, ahora mismo no puedo ni recordar tantas cosas, momentos que compartimos que me parecen surrealistas. Quizá cuando lo asimile pueda decir cuánto me hace falta, hasta entonces ...

Nota final:
Detesto la forma fría en que mi padre me anunció cómo había fallecido Melba. Si alguna vez te toca contarle cosa semejante a una persona, no menciones vísceras ni estallar en la misma oración, ¡Por favor!

Carta al león

Que si bien las cosas no terminaron como esperaba, y que quizá el daño fue más grande de lo que hubiese querido evitar, no me queda más que decir que lo siento, que en mis intenciones nunca se encontraron las de partir a hurtadillas y ocultarte ciertas cosas, pero te pido me comprendas pues la situación fue así, y lo pensé mucho (días enteros, noches completas), sin embargo, no hubo un plan que me guiará como yo quería, como te lo merecías.

Partí de tu lado un día, pero hacía tiempo que te anuncié mi despedida. Dijiste que en mis ojos ya no encontrabas el brillo que te atrajo hacia mi, que me notabas distante, perdida … ninguna clase de alarma fue suficiente para darte a entender que ya me iba.

Que te amé no te quede duda, que me amaste jamás lo cuestionaré, pero date cuenta que nos dejamos morir sin resistencia, que dimos por hecho muchas cosas y nos cansamos de preguntar si todo marchaba bien.

No quisiera separar nuestros caminos ni deseo olvidar lo que pasó (¿cómo olvidar tu mirada de niño, nuestras manos entrelazadas, los suspiros que sólo el viento escuchó, o las tardes lluviosas en que la vida nos sonrió?), por eso vengo en son de concilio, en busca de un tal vez o un hasta pronto, de la posibilidad de que algún día, cuando nos topemos en la calle, no tengamos que ser un par de extraños.

No pediré de vuelta las cosas que te he entregado, ni espero que tú pidas las que me obsequiaste, pues sería como exigir que me regreses el deseo, las lágrimas, los besos y los sueños que sólo a ti dediqué. A fin de cuentas eso ya es pasado, y será siempre parte de nuestra historia.

No sé a qué suena esta despedida, pues nunca creí decirte adiós, pero si al final me permites obsequiarte una última cosa, te diré que en mi memoria siempre serás el primero que me ha visto amanecer, y que gracias a ti es que tengo fe en mi misma, en que amanecerá al siguiente día, en que el amor lo puede todo, y que la felicidad no es una invención barata, pues alguna vez pude sentirla y lo volveré a vivir.


Éxito y paz es todo lo que te deseo, en espera de que no me olvides, como yo jamás te olvidaré.

Olvidar ... o sólo perdonar??

Hoy siento frío por lo largo de estos días
por lo ancho del camino que he perdido y que no sé
por las horas que no he visto, por tu ausencia y por la mía
por la lluvia de este Octubre, por el frío que me cobija
entre los suspiros que el viento se ha llevado con mi fe.

Tu distancia es el naufragio que abatió sobre mi vida
las auroras más cansadas, las más tristes despedidas
las noches más solitarias de que tuviera razón
y aunque clamo a la cordura a que me libre de estas ansias
soy víctima del impulso de mi propio corazón.

Ay, si te contara yo de penas y razones
por las que de lejanías se han cargado mis canciones
pero que lo cuente el tiempo porque hoy te hago esta promesa amor:
voy a olvidarte con todas sus consecuencias

y a librar este pasado que no dejo de arrastrar.

Voy a olvidarme de tu nombre aunque sea lo último que haga
aunque sea la última cosa que me esconda lontananza

y ojalá que en mi camino no me abrume la añoranza
porque aunque muera de pena voy a olvidarme de ti.

Y que me atrape la noche, y que me lleven las tormentas
si le vuelvo a dar motivo al sentido que te recuerda
y te repite y te repite y vuelve a ser pronunciación
de ese tu nombre, de luz que arda en la habitación
cómo me amabas, cómo me necesitabas
cómo fue que se fue todo, de repente una mañana
desperté lejos de ti y de todo lo que fuera yo.

Voy a olvidar cada noche andada al filo de tu calle
a la luz de esos faroles que jamás debieron ser
la luz que guiara mis pasos al compás de los recuerdos
que me enardecen la sangre y hacen entre fiebre y vuelos
un fuego en el que arde mi alma cuando sueña con tu piel.


Si un día te dije que a mis manos no se olvidan
la caricia de tus manos, tu mirada encendida
voy a olvidarte de veras, hoy olvida que te olvida
voy a derrumbar mis sueños a diseminar las ruinas

a liberarte y dejar que nada haya en tu lugar
porque si así no lo hiciera, si comienzo a recordar con la luz de tu milagro
no podría volver a amar ...


Fernando Delgadillo

Inconclusa despedida

Porque me ha quedado la costumbre de contarte de mis días, de narrarte mi pasado e inventarte algunos cuentos, sigo en busca de una nota no trazada por los años, que pretenda hacerme eco para no ser desechada; frágil, tenue, vacilante.

No me explico de qué forma terminé en tu cama, pero ahí nos tenías en espera de no esperar nada, de flotar en ese sueño que se llamaba tu cuerpo, pensando que la imaginación y los deseos no eran buenos inventores, la realidad era mejor, y tenía muy buen sabor.

Hace unas horas se deshizo el te amo que pretendía ir a tus oídos. Lo borraron el tiempo, las ganas, mi garganta anudada, el áspero sabor de tu cuello en mi saliva, y tantas cosas que le han perdido el respeto a la memoria; las tardes lluviosas en la curva de tu canto, y mi platónico desamor a tu persona.

Un absurdo sería el tratar de entenderte, imposible, quizá, la tarea de borrarte. Dolor, tristeza, pura melancolía. Noches en vela, solitarias, castigadas de sonido alguno, muertas o malheridas.

No me tomes de a loca si un día te abrazo, y si al siguiente hago como que no te conozco, que tu mirada no me puede, que jamás besé tus labios. De eso puedo dudar, fingir o manejarme por la ironía, pero si vuelves a susurrar que aún te pienso, que no te puedo olvidar, que volveré a soñarte aunque no deba, entonces … entonces no podré mentir.

Te soñé hace algunas noches, ahora lo afirmo.

¿Satisfecho?
Deja de burlarte.

Gabriel

Esta noche te prometo no derramar ni una lágrima más; no habrá un sollozo innecesario, un grito desgarrado, ni un instante perdido, que lamenten un viejo y gastado desamor.

Ahora mismo sólo seremos tú y yo, encapsulados en esta habitación que parece respirarnos.

Afuera, la tempestad furiosa arremete contra la ciudad, dejando indefensas y encharcadas las calles de nuestra infancia, los gigantes que no duermen y el ángel que te ha visto en soledad.

Mira a tu alrededor, sólo estamos nosotros, el rápido latir de mi corazón, tu respiración agitada, mis lentos gemidos y el quiebre de tu voz.

Deja que la niebla nos envuelva, que llegue cálida y sigilosa a aprisionar los cuerpos que por sí solos no son nada, y que en la gloria se han transformado a la virtud de ser eternos. Entonces, tomaré tus manos entre las mías y las sujetaré contra mi pecho, te miraré a los ojos impaciente, preguntando en secreto si es así como lo imaginabas.


... ya la lluvia ha terminado, pero yo sigo empapada.



Para R. K. K. :)

En la tierra de nadie.

Algún día volveré a mi casa, la que ha sido mi casa desde los seis años.
¿Por qué me fui si tanto la amo?
Buena pregunta ...
A veces me confundo entre mis razones y los hechos, entre los motivos que me llevaron lejos y los sueños medio de juguete en los que me he protegido.
La añoro, tanto como se añora el calor del corazón amado. El recuerdo de mis pasos por sus calles me duele, me hace dudar.
Sí, debo confesarlo, he llegado a dudar si fue lo mejor partir.
Pero, a ciencia cierta, eso tal vez nunca lo sepa. No creo que haya un camino correcto o uno errado, lo que vivimos es lo que hay, el pedazo de pastel que nos tocó y que se ha ido forjando por nuestras decisiones.
Destino si así quieren llamarlo.
Yo decidí estar aquí, poner una fuerte barrera como lo es la distancia, entre las personas y las cosas que he amado toda mi vida, para aprender a vivir con mi conciencia y aprender a pertenecer a un lugar totalmente distinto. Mismo país, diferente panorama.
Sin embargo, creo que siempre me sentiré extranjera en este lugar.
Mientras tanto, voy ideando motivos más fuertes para continuar en esta tierra ajena, para crecer lejos de lo que me hace sentir segura y al final, tener una historia que contar, si no de triunfo, sí de aventura.

P.D. Disculpen la falta de ambición :P

Hace tiempo

Esta tarde escuché una canción de Héroes del Silencio que no había tenido el placer de saborear. Fue un instante tan sólo, un soplo diminuto de letra y música emotiva, que se convirtieron en motivo suficiente para quebrarme la voz y llevarme sin pensarlo a tu recuerdo, a ese gris álbum de fotos en la mente que a veces desearía no haber guardado.
Quisiera decirte que ya todo ha terminado, pero muy en el fondo desearía que jamás tuviese fin.
Ojala fuera tan fácil como decirte que te odio, pero eso es aún más mentiroso.
No sé exactamente qué pensar, ni cómo actuar, ni qué decir; sólo siento, simplemente me retuerzo en el poder de aquel anhelo. Una conversación con sabor etílico, contra una igual de lejana, con sabor a dolor en cada palabra, quizás no tuyo, pero sí mío.
No he dicho nada más, no me atrevo a confesarme, tú ya sabes mis pecados, sabes bien de que adolezco, pues bien, a tu sentir me condeno.

Tengo
momentos en que sólo recuerdo
una conversación,
quizás
sólo fueron palabras desnudas
pero de corazón.
Hace tiempo que ya no te veo
quizás no te llamo porque no me atrevo.
Hace tiempo que ya no te veo
habremos cambiado ...
quizás a peor.

¿Por qué la muerte?

Debajo de la puerta se colaba un as de luz muy tenue que no alumbraba lo suficiente, pero permitía saber que el día no se había muerto, que el Sol aún espiaba en algún sitio de la casa; que el día no terminaría tan pronto, y que el dolor no acabaría de inmediato, como lo había previsto.

Su cuerpo yacía en el suelo, rodeado de todas las cosas que algún día amó. Los zapatos estaban regados por todas partes; un par de calcetines, un sostén y un trozo de papel era lo que su poca visión aún alcanzaba a percibir. Bien podría decirse que todavía quedaba un poco de vida en ese cuarto, que la esencia de la chica que lo habitaba flotaba en el aire … pero la sangre que rodeaba a esa misma chica era la señal funesta de que eso era mentira, que nunca más su esencia rondaría por ahí, que la vida se le iba chorreando por las muñecas, por lo largo de los brazos, y por el corte en el cuello, que por desgracia no atinó a la yugular. Vaya tonta forma de morir se dijo, intentando rascarse la nariz que sabrá el cielo por qué diablos le empezó a picar en ese momento, pero la mano estaba inmóvil en el suelo, terca en no quererse levantar hasta su rostro, así que se conformó con que el picor pasara, con que todo pasara.

La luz se había tornado más liviana, y las primeras gotas de lluvia comenzaron a golpear. Lentamente y con un esfuerzo monumental giró la cabeza hacia la ventana, pero las cortinas estaban cerradas así que sólo pudo imaginar el espectáculo. La lluvia comenzó a arreciar, y su atronador siseo apagó por completo la pieza clásica que venía de la casa de junto, de la mujer cincuentona que parecía adoradora de Bach, y agradeció que no fuera esa música la última melodía que se llevaría a la tumba, sino la de un aguacero en agosto.

Suspiró.

Nunca había imaginado que la muerte tardara tanto, que la sangre corriera tan rápido y que su mente divagara en tantas cosas antes de morir. Le dieron ganas de ponerse bocabajo, de sentir el frío en el vientre y el pecho en vez de la espalda, pero supo de inmediato que era una idea absurda, que por más que intentara no lograría voltearse. Resignada, cerró los ojos y se perdió en el sonido de la tormenta.

Algunos minutos después, que le habían parecido horas, despertó y aún estaba viva. Su cuerpo, su alma, su corazón, o lo que fuere, seguía aferrado a ese ápice de aliento que le quedaba, y ya comenzaba a hartarse de esa situación. Por un momento pensó el por qué lo había hecho, y más importante aún, cómo es que se había hecho esas heridas y de qué forma había llegado al suelo. ¿Se habría caído? No, nada parecido a un moretón o alguna herida causada por una caída parecía dolerle. Desechada la idea, hizo un esfuerzo aún mayor por recordarlo, pero tenía una gran laguna en la mente que no le permitía resolver la única duda que tenía antes de partir. Ya inventará algo quien me encuentre, pensó, y volvió a cerrar los ojos.

Un sobresalto fue lo que la orilló a abrirlos de nuevo. La lluvia había cesado de repente y la luz debajo de la puerta era inexistente. Hubo un silencio absoluto que la rodeó de golpe, pero al instante fue roto por un lento palpitar muy turbio, algo que al parecer era la despedida de su corazón. Ya era hora, le dijo al órgano agonizante en forma de reproche, y al mirar su pecho, desvió la vista hacia sus manos, ahora unas masas amorfas cubiertas de una negrura pantanosa, pero pudo reconocer las puntas de los dedos, coronadas por el tinte color ciruela del barniz que traían sus uñas. Era mi color favorito, deseo que mi hermana se lo quede, pensó, a modo de testamento, y miró al techo en espera de leer lo que había escrito ahí hacía siete años: "
Amarte, era como morir un poco", pero ya no podía leerlas, la luz era muy poca, así que sólo las recordó, y pensó en el día amargo en que las había escrito, y que a pesar del desenlace de esa historia, no las borró porque era la cicatriz más profunda que llevaba en el alma, y sólo ahí, en el techo de su habitación, se volvía tangible.

De pronto, como llamado por sus pensamientos, se escuchó el chirriar de la puerta cuando fue abierta y cerrada después, los pasos largos y pesados que merodeaban de la entrada a la cocina, de la cocina a las escaleras, y que lentamente ascendían, ahora como tambores para sus oídos. Lo escuchó silbar una melodía muy conocida, una vieja canción que hacía tiempo no sonaba entre esas paredes, y luego, cómo revolvía algunos papeles con sigilo al filo de la escalera, a unos pasos de la puerta donde el Sol había desaparecido, y era reemplazado por la luz artificial de un foco.

Suspiró, su último suspiro adivinó, y poco a poco el mundo se fue haciendo vago. Ya no sintió su cuerpo ni el suelo, ni siquiera lo escuchó cuando abrió la puerta, sólo pudo reconocer el golpear de una impresión muy fuerte en su rostro, y el reflejo de su imagen, desnuda, muerta, ensangrentada, en sus ojos.

Tarde, como siempre fue su despedida en sueños, para después volar muy lejos, fuera de ese cuarto, de sus brazos, de sus sueños.

Cerró los ojos, pues sabía que la mirada de un muerto era grotesca, y con el último tirón de fuerza, se murió, sonriendo.


¿Dónde?

No es casualidad que la noche se tiña de rojo, ni que los recuerdos vaguen sin sentido por la ciudad; que las horas pasen severamente lentas, mientras los días desvanecen fulminantes, perdidos entre cascos rotos de incoherentes mensajes lanzados al mar.

No, no creo que sea casual.

Tu mano rozó la mía y el mundo se colapsó. ¿Qué pasará si me aventuro un poco más?
Tal vez pereceríamos. Tal vez renaceríamos. Tal vez no deba actuar.

Trazando nuevos surcos en el pavimento, caminé con furia de vuelta a casa y me topé con las sombras del terror, los fantasmas del pasado y de un amor que no fue. No hice ademán de alejarlos, es más, los invité a quedarse, a intoxicarme con su manto, a envolverme con su niebla plagada de incertidumbre y a guiarme de ese modo, perdiendo un poco la consciencia y arrastrando mis pies.

¿Qué crees que me contaron? Entre versos de muerte y vivencias de la locura en carne, me enteré de sus brillantes intenciones. No, tal vez no sean tan buenas, pero ahí se encuentran y también te conocen, me susurran tu nombre para torturarme y luego guiñan un ojo con indiferencia. Creen que sé más de lo que aparento, pretenden arrancarme confesión, pero no entienden que el silencio es mi única salida, que sólo tú sabes lo que ha nadie le diré.

No, no es casualidad. Seguramente me tenían vigilada.

Santa Semana

¿Cuántas veces habías soñado con sentir lo que sentiste en esos momentos?
Nos faltaron los cigarros, la lluvia, la media noche... pero en cambio tuve tus ojos, su brillo, tu luz, nuestro sudor.
La vida se volvió perfecta, los sueños dejaron de vivir sólo en mi mente, y cada paso se ha marcado por el recuerdo de los tuyos.
Sentí tu corazón latiendo junto al mío, y mis labios recorriendo el laberinto de tu boca. Bebí de ti, y te miré como siempre desee que mis ojos te contaran lo que sentía; ¿lo entendiste? yo creo que si.



Sobre mis días y mis idas

Con tanto que decir, tanto tiempo para escribir, y tan pocas palabras para expresarlo ...
Hace días llevo a cuestas una carga más o menos pesada, una extraña enfermedad que me tiene un poco agobiada, una duda que me quiebra la esperanza, una ilusión, una decepción, múltiples dolores en la espalda, y la promesa de volver pronto a "mi" casa.
Ayer, unos tipos se venían agasajando en el camión, por desgracia se sentaron junto a mi (uno sobre la otra) y por poquito y me hacen parte de su festín. Inmediatamente me acordé de las "cosas molestas" de las que escribió Charles en su blog :P
Últimamente me he dado a la tarea de desvelarme y no dormir más de lo necesario, aunque creo que mi cuerpo no está del todo conforme y me cuesta levantarme temprano.
A ratos pierdo el apetito (cosa muuy rara en mi) aunque creo que eso me ha mantenido consciente por más tiempo. Eso de amanecer y sólo pensar en el desayuno no es algo que me agrade.
La siguiente semana comenzará mi séptimo y penúltimo trimestre, uno de los más "pesados" según las malas lenguas, y con él, un tiempo indefinido de esclavitud repartido entre la escuela, el servicio social y el trabajo. A pesar de todo, me parece divertido.
No sé si deba escribir todo lo que ha pasado por mi mente en las últimas semanas, siento que lentamente mi vida ha dado giros que no esperaba, y francamente me tiene fascinada el posible desenlace. Ya contaré si fue de mi agrado o me ha hecho huir de la comarca.
En fin, ya es tarde para andar por estos lares (si como no), o más bien, ya no tengo más tema de conversación.
Buenas noches y buen día.

Renacer

Algunas veces mi corazón se negó a quererte,
prefiriendo olvidar cada momento que me enseñaste a vivir,
pero en silencio grité tu nombre para no perderme en la agonía,
porque sin ti, los recuerdos no valían,
y sin ellos se enviciaba mi razón.


Algunas noches me obligué a dormir para no pensarte,
pero hasta en mis sueños te veía,
era inútil pretender que me alejaría de ti.


Algunos días se cruzaron nuestros pasos por la vida:
encuentros furtivos, palabras al aire, sonrisas distraídas …
y la pregunta siempre presente que me invitaba a partir.


Otros días (uno, dos, tres de ellos), la cuerda se cimbraba y casi nos hizo caer.
Otras noches, cargadas de misticismo y pasión, te soñaba aún despierta y no fue necesario dormir.
Otras veces, las más memorables sin duda, cada frase fue cambiando el panorama, y los cuerpos hablaron su lenguaje pero nadie los oyó reír.


Es por esas noches que he decidido escribirte,
por cada verso que jamás recibiste de mi.
Es por este momento en que te tengo tan cerca pero no te puedo tocar,
que me obligo a pensarte más a fondo, a recordarte, a dibujarte,
a creer que estás conmigo aunque sé que no es así.
Y es por esos días, y también por el hoy,
que he decidido dejar de olvidarte,
a menos que tú sepas cómo te expulso del corazón ...



... al eterno dueño de mi confusión.

¿Y cómo llegamos a esto?

Como muchas otras cosas que he hecho y jamás contemplé la posibilidad de envolverme en ellas (tales como el ballet, el coro de la secundaria y el diseño de modas :P), este blog es la repuesta a una solicitud muy poderosa, que después de medio pensármela y batallar largo rato con la creación de la cuenta, cha chán! apareció en la red.
Claro, aún me falta una centena de arreglos que hacerle y la verdad no sé ni por dónde empezar, pero tenía muchas ganas de por lo menos presentarme y saber de qué va esto (si señores, ni yo misma lo sé), y espero acomodarme a este sitio muy pronto.
Sin más, que tengan un buen día y encuentren cosas interesantes que leer ;)
Ah! y antes de que se me olvide, un agradecimiento a mi maestro por su curiosa insistencia (literalmente, sin ti esto no sería posible) y al querido Charles, que por ahí tiene un blog que me encanta visitar (cuando descubra cómo, haré la labor de poner el link del blog de ambos :P).
Hasta pronto!