La canción del mes

Los momentos más trascendentes de mi vida han estado marcados por alguna canción en particular (imagino que eso le sucede a todo el mundo), sin estacionarse en un género o intérprete en específico. En este instante, mientras ocurre que mi vida parece en calma, la canción que ronda continuamente por mi cabeza es "Land of confusion" de Disturbed, una banda que me gusta desde los 14 y que el escucharlos siempre mejora considerablemente mi humor. Diariamente la toco unas tres veces como mínimo, y lo único que puedo decir es que es tan buena y hasta cierto punto tan emocionante que por eso es la canción del mes.

En junio pasó lo mismo con "A question of lust" de Depeche Mode, pero esos fueron tiempos diferentes, mi corazón aún estaba en duelo luchando contra la decepción. No fue grato, sin embargo, esa melodía me ayudaba a recordar que no importaba el desenlace de lo ocurrido, al final eso también es pasado y los buenos recuerdos nada ni nadie me los quitará.

Ahora mismo vienen a mí montones de canciones que me han dejado cicatriz profunda. Recuerdo que cuando era muy pequeña, papá nos llevaba a mamá y a mí a todos sus viajes, y en la carretera (especialmente de noche o bajo la lluvia) ella cantaba para mantenerme quieta. Claro que eran todas canciones de amor, baladas románticas de cuando ella era adolescente y que yo me aprendía con singular facilidad (hasta la fecha las recuerdo). Una de las más significativas era "¿Quién te cantará?" original de Mocedades según sé, y que cantaba apasionadamente sin saber siquiera qué diablos era hacer el amor (de hecho creía que mamá la había escrito aunque sé que jamás tuvo una guitarra).

Hace poco más de dos años, cuando era una chilanga recién llegada a una tierra hostil con los chilangos, uno de mis más entrañables amigos de la preparatoria me hizo compañía día y noche a la distancia, ayudándome a acoplarme a mi nueva vida, volviéndose algo más que un cómplice mientras uno de mis noviazgos más tortuosos llegaba a su final. Jamás comprenderá el buen Charles lo mucho que le estoy agradecida por ese tiempo, por la ilusión y los ánimos que me ayudó a recuperar, porque igual que "Leaving on a jet plane" su compañía me llenó de esperanza y alegría, aunque las cosas no fueran precisamente felices en ese momento, y lo que ocurrió después sin duda fue un terremoto en nuestras vidas.

(... y hablando de desastres naturales)

"Hope leaves" no sólo es el título de este blog, sino la canción de Opeth que sirvió de inspiración para crearlo. Recuerdo muy bien la noche en que la escuché por primera vez, pues la oí otras cinco veces más y comencé a llorar después de un rato. Fue en un momento de ocio total, aunque la felicidad que me embargaba el reencuentro con mi maestro la convirtió en algo intenso. No fue la única que me mostró esa vez, pero sí la que causó más impacto. No mencionaré lo que sucedió desde ese momento, hace año y medio más o menos, pues de ello he hablado en la mayoría de las cosas que he publicado aquí. Hace tiempo que ya no lo veo, creo que al fin comprendo del todo esta canción...


And I know you'll never return to this place

Cuento corto

El tiempo parecía no transitar mientras él hablaba y dirigía a su tripulación. Ella lo miraba ir y venir entre la gente, sobresaliendo siempre por su vigor. El calor arreciaba y por ello la joven se refugiaba al lado de la escalera, sentada sobre un barril que probablemente contenía ron.

Curiosa, notó cómo el caballero sobreactuaba sus acciones cuando se sabía observado. Eso siempre la mantenía aún más atenta a sus movimientos, a sabiendas de que aquello era causado por su presencia.

Todo iba en cámara lenta, incluso el aire agitaba muy lentamente su cabello; fue cuando supo que algo primordial había cambiado, que aquel camino errante volvía a reclamar su presencia, que nunca más volvería a verlo con ojos enamorados ni a besar sus labios o su cuerpo con arrebatada pasión. Supo que el amor se había agotado y que un nuevo horizonte la esperaba.

Cuando se enteró de todo aquello quiso salir corriendo, volar sobre el mar cual ráfaga de viento hecha mujer, hacer de cuenta que lo que ocurría no era tan importante y nunca volver sobre sus pasos… entonces él se acercó a las sombras y le ofreció su mano, provocándole un sobresalto. Sus ojos brillantes y lejanos hacían preguntas silenciosas, ella sólo pudo contestar con una sonrisa a medias mientras se ponía de pie. Lo miró fijamente antes de pedirle lo inevitable.

- Tenemos que hablar…

Y aquello pareció un golpe de realidad, provocando un cambio brusco y escalofriante en la mirada de aquel hombre, haciéndolo temblar casi imperceptiblemente, llenándola de una horrible culpa.

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Hay cosas que son inevitables, incluso cuando una sabe que puede detenerlas, pero comprende que sería totalmente idiota hacerlo.

No es sencillo ser quien dé la última palabra en una relación, a quien se le acabe el amor precipitadamente, quien tenga que explicar por qué carajo todo se fue a la basura (pero si todo marchaba tan bien…). Lo más complejo de todo eso es ver cómo esa “chispa” agoniza, y saber que por más que me esfuerce y aferre a la esperanza, lo que se perdió en el camino nunca se recuperará, y que las composturas al corazón cada vez son más dolorosas.