Fuga

Me he roto en mil pedazos.

El alma no me cabe, no encuentra su lugar.
Un cuerpo tibio, dormido a mi lado …
Sólo eso quisiera sentir.
Tú, tu manto de piel entre mis brazos.

Si me dueles, es por la ausencia del calor.
Sin ti mis noches son de hielo, los días no tienen fin,
Y la lluvia cae incesante, pero no escucho tu voz en su murmullo.

Quiero que sepas que a tu lado soy feliz,
Que ya no me intimida decirte que me gustas,
Y que las notas escondidas de mis versos son siempre para ti.

Un siempre y un nunca, eso hemos sido tú y yo,
El fuego de un beso ensombrecido,
El frío de poseerte aún sabiéndote prohibido.

Siento mi cuerpo de plomo,
Cayendo entre estos muros porque no sé qué hacer.
Mi deseo discute con el deber,
Pero para mí, el mayor de mis deberes es hacerte reír.

El Santo en el que nunca he creído

De esta fecha en específico tengo vagos recuerdos de cosas importantes.

Está por ejemplo el juego del Amigo secreto que organizó la profesora de sexto grado en la primaria, y que dio como resultado una quebradera de cabeza por tratar de adivinar quién era ese anónimo compañero que nos dejaba notas y dulces al término de las clases. Luego está, por supuesto, la reunión que hubo en mi casa donde comí chocolates y una gelatina deliciosa en forma de corazón, cortesía de mi novio en turno, acompañada por un gran amigo y su novia (lo que ocurrió mas tarde no lo recuerdo).

Inmediatamente después viene a mí la canasta con globos y besos plateados que llegó a Honorato de Balzac en Zapopan, una verdadera sorpresa ya que no llevaba con ese otro chico ni un mes ...

Realmente nunca me ha gustado ver al 14 de febrero como un día para celebrar, un tanto por apatía con las cursilerías dignas de los enamorados, y otro tanto porque no me identifico con la fecha.

Hace unas noches, trataba de descubrir con un viejo conocido el por qué no me es sencillo expresarme románticamente, y concluimos que todo se debe básicamente a un bloqueo, a que llego a sentirme absurda cuando la ternura y las palabras dulces comienzan a brotar.

No es que el amor me parezca una cosa desagradable, o que la ternura no me sea algo natural, simplemente no soy del tipo que hace cartas de amor con corazones, ni sé cómo organizar una cena romántica o un paseo inolvidable. Es decir, incluso en año nuevo uso ropa interior roja por la creencia de que eso atraerá al amor a partir del siguiente amanecer, en mi haber existen más pensamientos que clamen por cariño que otra cosa, pero no logro entender a aquellos que por quedar bien, organizan cosas imposibles en una fecha que algunas veces puede compararse con la navidad por el consumismo que provoca.

Soy como un Grinch del día de San Valentín (vaya historia trágica la suya, ahí se la lleva con Romeo y Julieta), quizá porque lo mío es más pasional que amoroso, y eso no lo celebramos.

¿Qué hay de la emoción y el nerviosismo del primer encuentro carnal? Casi tan desastroso como el primer beso, pero sin duda más memorable, y ese sí que nos deja con la sensación, casi de obligación, de mejorarlo muchísimo para la siguiente cita.

La penetración de la carne en la carne; el roce de la mano en la mejilla; el veneno y la cura, el don maldito de amar … No es que no anhele con todo mi ser festejar lo que me mantiene con vida, es que me parece que necesita una resignificación, así quizá tendría más sentido recibir un regalo en esta o cualquier otra fecha, siempre que sea de corazón, aunque no conozcamos de quién proviene el sentimiento.

Esto ... ¿Feliz día de San Valentín?

2 de Febrero

Ya no lo recordaba, quizá mi mente lo bloqueó o … no sé.

Hace dos años exactamente comenzaba una relación, se avivaba una sed que apareció al encuentro de dos cuerpos que no tenían nada que perder, pues habían perdido bastante y necesitaban una razón poderosa para creer (en sí mismos, en el amor …).

Él fue mi razón y yo me convertí en la suya.

Durante un tiempo su amiga Fortuna parecía sonreírnos, pero el Destino, su eterno enemigo, nos convirtió en marionetas inservibles, meros espectadores del caos que rondaba a nuestro alrededor. Quizá fue nuestra culpa, realmente ni de eso estoy segura.

Jamás lloré tanto por alguien, jamás una despedida me destrozó de tal forma. No conocía el significado de “duelo” hasta que aquella madrugada de diciembre nos cortaron las alas con la prohibición de un nuevo encuentro. Antes de eso, la vida era muy buena, podría jurar que había encontrado a ese alguien con quien compartir el todo … después, la semana se me fue en llanto, inapetencia y desvaríos. Seguíamos juntos, pero lo que se rompió esa noche jamás pudo componerse.

Un mail es lo que me ha refrescado la memoria, una especie de carta de (des)amor con una posdata en rojo que dicta un HASTA SIEMPRE. La nostalgia es lo que queda entre nosotros, pero antes de poder decirle nada, en mi mente quedó flotando una frase que llegó a conmoverme:

Espero pronto poder verte sin sentir cómo los ecos del pasado agitan mi corazón haciéndolo temblar …

Para mi las cosas se han vuelto muy distintas. Ya no siento ese calor que me embriagaba al verlo, ni qué decir de la necesidad de estar entre sus brazos. ¿Quién puede saber qué pasará después entre nosotros? Quizá lo mejor sería separarnos, por el bien de los corazones rotos. Él tiene la firme creencia de que el tiempo no cura nada; yo pienso que si bien no cura, ayuda a hacernos más olvidadizos.