¿Hasta siempre?

Vengo de una travesía frenética por el centro de Guadalajara, donde cada una de las tres horas que pasé ahí jamás vi cumplido mi deseo de que lloviera. Ahora los nubarrones acechan la ciudad por mi ventana. Bienaventurado el que está bajo techo.

Ahora bien, lo que me trae aquí es una simple necesidad de desahogo. Ya cuento los días para volver a casa (hogar suena muy cursi), las semanas que faltan para despedirme (quizá / lo más probable) parcialmente de aquí, de sus calles extrañas e incómodas para caminar, de su clima caluroso, de su gente francamente difícil de tratar (vale, la extranjera soy yo :P), y de las tortas ahogadas.

La señora con la que vivo me dijo que iban a extrañarme (su familia y ella, supongo), pero que yo también los extrañaré (suena a maldición, ¿a que si?), y me quedé pensando qué tan fuerte podría ser ese sentimiento. Es decir, han sido dos años que se me han ido bastante a prisa, donde creo yo que he aprendido muchísimo, tenido de experiencias a más no poder, reído, llorado, disfrutado y padecido.

A final de cuentas todo esto es parte de un proceso (de crecimiento me imagino, ¿o yo qué coños sé?), y que extrañe o no este sitio y lo que él conlleva dependerá del tiempo, de mi situación después de, de qué tanta falta me hará ver a la gente a la que estimo (léase: profesores, amigos y conexos), o de cualquier otro factor que por ahora escapa a mi imaginación.

Sé que añoraré esta habitación que pinté de rojo, puesto que ya la sentía como mía; pensaré seguido en las diferencias que hay entre la comida de mi madre y la de la mamá de a "mentis"; en todos los lugares bonitos que nunca pude fotografiar; en todas las cosas que me sucedieron aquí, en el centro, en la central, y en otros lugares que no mencionaré porque quien debe, sabe a qué me refiero.

Aún no canto victoria, puede que en el último momento me digan "siempre no" y tómala que me dejan aquí varada con todo y cosas :P (papá: si te creo capaz), pero la esperanza de ver amanecer muy pronto en el lugar que tanto amo, me da nuevas alas y renueva mis ganas de gritar:
¡HE VUELTO!