Gabriel

Esta noche te prometo no derramar ni una lágrima más; no habrá un sollozo innecesario, un grito desgarrado, ni un instante perdido, que lamenten un viejo y gastado desamor.

Ahora mismo sólo seremos tú y yo, encapsulados en esta habitación que parece respirarnos.

Afuera, la tempestad furiosa arremete contra la ciudad, dejando indefensas y encharcadas las calles de nuestra infancia, los gigantes que no duermen y el ángel que te ha visto en soledad.

Mira a tu alrededor, sólo estamos nosotros, el rápido latir de mi corazón, tu respiración agitada, mis lentos gemidos y el quiebre de tu voz.

Deja que la niebla nos envuelva, que llegue cálida y sigilosa a aprisionar los cuerpos que por sí solos no son nada, y que en la gloria se han transformado a la virtud de ser eternos. Entonces, tomaré tus manos entre las mías y las sujetaré contra mi pecho, te miraré a los ojos impaciente, preguntando en secreto si es así como lo imaginabas.


... ya la lluvia ha terminado, pero yo sigo empapada.



Para R. K. K. :)