14 de diciembre

En un día como hoy, pero de:

... 1476, en su castillo de Transilvania (actual Rumania), fallece el conde Vlad Draculea, apodado "El empalador".

... 1503, nace el astrólogo francés Michel de Nostradamus.
... 1788, mueren Carlos III de España, representante del despotismo ilustrado español y el compositor Carl Philipp Emmanuel Bach, hijo de Johann Sebastian Bach.
... 1799, muere George Washington, primer presidente de los EE.UU.
... 1853, nace en Veracruz el poeta Salvador Díaz Mirón.
... 1903, en Kitty Hawk (Carolina del Norte), los hermanos Wright realizan el primer vuelo de prueba de su primer avión (el Wright Flyer).
... 1911, el explorador noruego Roald Amundsen llega -por primera vez en la historia- al Polo Sur.
... 1939, La Liga de Las Naciones expulsa a la Unión Soviética.
... 1943, muere el psicólogo estadounidense John Harvey Kellogg, impulsor de los alimentos saludables, especialmente del desayuno con cereales (supongo que gracias a él pude desayunar algo en la secundaria y la preparatoria).
... 1949, nace Cliff Williams, bajista de AC/DC.
... 1950, fallece en Londres el dramaturgo irlandes George Bernard Shaw.
... 1955, 15 países ingresan en la ONU, entre ellos España.
... 1962, la sonda estadounidense “Mariner II” se acerca a 33.000 kilómetros de Venus.
... 1978, muere Salvador de Madariaga, ensayista, historiador y diplomático español.
... 1984, muere Vicente Aleixandre, poeta español que obtuvo el Premio Nóbel de Literatura en 1977.

... 1988, en el Estado de México, nací yo :D

¡FELIZ CUMPLEAÑOS A MÍ!


La respuesta es simple

La boa sonrió maliciosa y dijo:

- Mujer, si en verdad quieres salvar a tu pequeño, tendrás que darme a cambio algo mucho más suculento que él.

La mujer, horrorizada, veía desfallecer a su hijito ante el abrazo fatal de la siseante glotona.

- ¿Qué se te apetece? - tartamudeó, con un ademán de servicio que la boa sintió como un insulto.

- Si no tienes ni un poco de imaginación, será mejor que te vayas despidiendo de este niño.

La madre, desesperada, salió corriendo en busca de algo que poder ofrecerle, pero los hermosos frutos que brindaba la selva no le parecían suficientes, quería algo más grande, algo que pudiera, de algún modo, suplantar a su pequeño.

Cuando estaba a punto de rendirse escuchó el suave lamento de una criatura, y al seguir aquel sonido, encontró entre la maleza a un cachorro perdido. Sin pensarlo, lo tomó entre sus brazos y corrió tan rápido como pudo para entregárselo a la boa, pero al llegar a su recinto descubrió con horror que ya había engullido al infante. Devastada, soltó al cachorro y se arrodilló llorando.

La boa, con el dulce sabor del pequeño en los labios, miró a la mujer y con desprecio le dijo:

- No fuiste capaz de sacrificarte por tu propio hijo, pero vienes a ofrecerme al bebé de otra madre. Si piensas que he sido muy mala, júzgate primero. ¿Qué acaso no era simple la respuesta?

Érase una vez...

Todo comenzó con una simple pregunta que aún sigue en el aire. ¿Será que no hay respuesta para este corazón sangrante?

He de encontrarte, lo sé, en cada cara conocida, en cada paso de mi vida, en cada palpitar de mi agonía, la misma que provoca tu ausencia prolongada y después, tu aparición repentina.

No sé que pretendo al escribirte ahora; quisiera que supieras que en mi zozobra tuve la certeza de que no existías, de que si iba a tu casa sólo encontraría escombros, vacío. Estaba convencida de que todo lo que vivimos fue sólo un cuento, y temía despertar un día en un acolchado cuarto de manicomio, atada de pies y manos para no arañarme la cara.

¿Por qué me cuesta tanto olvidarte? Es como una maldición, un error que estoy condenada a repetir hasta que me muera (y quizá más allá). Estoy pagando los pecados de mi alma reencarnada, tal vez porque fui muy mezquina, o porque en otra vida juré jamás amar a nadie, y ahora, pago esta obsesión con mi alma.

Ahora mismo me desvelo pensando en tí, empeñada en desahogar lo que despertaste a tu último llamado, y empeñándome a la vez en no volver a lo de antes.

Yo no

Yo no te dije que era un ángel, ni que había sido enviada para sacarte del agujero donde tan felizmente te estabas enterrando.
Yo no te prometí que el lugar que ocupaste iba a estar siempre vacío, menos aún si tú no me buscabas.
Yo no te dije que tus defectos o tus vicios no me importaban. Te di una segunda oportunidad y la desaprovechaste.
Yo no te juré que lo nuestro iba a durar para siempre. Igual que tú, hice la promesa de que mientras durara te daría todo de mí, y tenía la esperanza de que durara muchos años.
Yo no me alejé de tí pidiendo que guardaras con recelo el sitio que ocupé en tu vida. Estoy viviendo el presente y tomando las opciones que la vida me ha dado, tal como tú me enseñaste.
No me obligues a decir que eres igual al resto, en el fondo yo sé que no es cierto.
No me orilles a arrepentirme de haberte amado dos veces y perdido, hasta ahora, puedo hablar muy bien de lo que diste.
Si tú así lo decides puedo ser la bruja de tu historia, y no te engañes, a pesar de todo sigo siendo humana.


Por cierto, aunque borraste la entrada de tu blog, me llegó por correo. Lástima.

Quejas y sugerencias

Pienso en tí y tengo frío, porque me hace falta ese abrazo sanador que ahuyenta al gélido clamor de mis deseos.
Pienso en tí, y me da la impresión de que eres sueño, de que jamás podré alcanzarte, de que en realidad no existes más que en el cursi rincón de mis anhelos.
A veces me da por dejar de buscarte, por pedir a gritos no volver a enamorarme, por no sentir de nuevo la punzante calamidad de lo incierto, de la añoranza, del terrible sollozo que se convierte en aguacero, del poema que empieza con Esperanza, y termina en Desconsuelo.
Cuando creo que al fin me he librado de tí, o que tú de mí ya no te acuerdas, vuelves a golpearme con ese cálido puño que entorpece los sentidos; me cambias el panorama de impávido desierto a mar enfurecido, me enloqueces, me diriges al abismo y yo salto cual suicida, para percatarme antes de estrellarme que me arrojé sin paracaídas.

¿Por qué no llegas cuando me encuentro en calma? Siempre has de empujar la puerta cuando estoy a punto de cerrarla.


Viceversa

Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.

Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.

Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.

O sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Mario Benedetti

¡SOBREVIVÍ!


El fuego llegó a mí inesperadamente. No hubo ni siquiera un mal presentimiento al despertar o una señal de aviso, ¡nada! Todo tenía pinta de que sería un día normal, incluso rutinario. No sé si fue el destino, pero nuevamente "alguien" me jugó una broma muy pesada; hace ya varios años tuve cáncer, me invadió como una plaga y milagrosamente desapareció de mi cuerpo. Ahora que lo pienso, tal vez era sólo el entrenamiento...

Es difícil describir con exactitud qué fue lo que sucedió esa tarde, incluso tengo borrados cientos de recuerdos de mi infancia que vuelven incompletos cuando platico con algún viejo amigo (como hace poco con mi amiguísima Amparo). De lo que sucedió conmigo me enteré muchas semanas después, cuando al fin recuperé la consciencia y más importante, cuando mi vida dejó de estar en peligro. Me enteré que apareció mi nombre en las noticias, por lo cual muchos de mis conocidos fueron a visitarme al hospital. Lamentablemente no recuerdo ni un sólo rostro; bien pudo haber ido el presidente a mirarme con morbo y yo ni enterado.

El infinito dolor que llegué a experimentar no puedo ni siquiera explicarlo con palabras, y no se lo deseo ni a mi peor enemigo. En mi espalda quedó la poca piel sobreviviente del incendio, por lo demás, el 80% de mi cuerpo estaba chamuscado, y para que se cubriera nuevamente tenían que tallarme con un cepillo de acero que eliminaba el tejido no deseado. Las enfermeras ejercieron el papel de verdugo diariamente durante mucho tiempo, hasta que, casi demente por el dolor, pedí que me anestesiaran para soportarlo. Contra todo diagnóstico médico me escucharon, pero el dolor dejó de ser un gran problema; drogado como estaba, comenzaba a alucinar espectros terroríficos que brotaban de las lámparas y amenazaban con enloquecerme por completo, así que volvimos a la vieja técnica del cepillo y la agonía.

Un par de veces traté de suicidarme, de la manera más sencilla dado mi estado: Desconectarme. Pero a los hospitales no les conviene perder a un paciente que ya ha sobrevivido, y las alarmas se activaban como gritando incesantes que un idiota más estaba a punto de firmar su sentencia de muerte. Mi padre, que estuvo conmigo todo el tiempo que pudo, me pedía que soportara, y que dejara de pedirle que me dejara morir, haciéndome reflexionar: "Si tu hija te pidiera lo mismo, ¿tú la matarías?"... obviamente la respuesta era la misma. Él murió antes de que yo saliera triunfante del hospital, y nunca dejaré de culparme por ello, pues sé que su corazón no resistió mi batalla.

Llevo ya 65 operaciones y me faltan 35 más (ya que la piel de un quemado sigue creciendo, si no quiero tener manos de pato tengo que visitar continuamente el quirófano). Sé que aún me falta mucho por luchar, por parecer lo más normal posible aunque las innumerables cicatrices no me permitan olvidar. Es extraño que esto me suceda a mí, parece casi ficción.
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Éste es más o menos el testimonio de Edmundo Abarca,
amigo de la infancia de mi madre y
uno de los sobrevivientes del accidente donde murió Mouriño.
A pesar de todo, no ha perdido su sentido del humor :)

Obsesión


Casi no duermo desde el día en que te conocí, y si duermo, sueño que te encuentro en un desierto, donde eres el oasis que hidrataría a mi seco corazón. Pero, despectivo y silencioso te alejas de mí, mientras el sol abrasador me convierte en un bulto más de arena dorada.

En la vigilia, recorren mi piel tus besos muertos y el escalofrío de tu cuerpo sobre mí, ahogándome, envenenándome, alimentándome, desquiciando mi mente con tus recuerdos, y vuelvo al manicomio de no saber de tí, de esta hambre insaciable que amenaza con destruir todo a su paso, de la necesidad enferma de tenerte, y la cobardía de no acercarme a tí.

En otras ocasiones soy más fuerte, me armo de valor y salgo a recoger los pedazos que fui dejando; casi no me acuerdo de lo que fuimos y en vez de pensar, camino sin descanso. Mi reflejo no me avergüenza y me siento viva, aún con el vacío que normalmente me atosiga. Es difícil fingir que todo va marchando cuando en mi interior no es así. Llevo meses usando la máscara de lo que todos creen que soy, provocando con ésto que el vacío sólo aumente.

He escrito montones de cartas que no termino jamás, que no te envío porque después de un tiempo esa angustia se va, porque llego a pensar que como siempre, hago tormentas en vasos de agua (más bien, en caballitos de tequila), y me siento parte de este mundo otra vez, aunque sea por un ratito.

La crisis esta vez ha durado más de lo esperado, y la pregunta de antaño sigue flotando en el aire:
¿Por qué tú?

A tu vuelta

Otra buena canción de Fernando Delgadillo que me parece perfecta para un día de tormenta ¡Disfruten! (o lloren, me da igual)
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Hasta la fecha siempre hubo un mañana
y qué es lo que hicimos de lo que serían
nuestros dolientes caminos
que esa tarde se dividían.
Hacía dónde anduvimos sin buscarnos
qué limpios fueron quedando los días
y el cielo inquieto y nocturno
los sueños que sorprendería.
Tú y yo tan lejos de aquellos amantes
que a su pesar van borrando los días,
que alguna vez se alejaron distantes
para olvidar lo que ya no serían.
Y hoy que me ha dado la suerte un camino te vuelvo a encontrar.
Te miento si digo no haber pensado
que era posible y que sucedería
y algo se mueve y recrea
esta eminente escena y nos la envía.
Y me recuerda el verte tantas cosas
que en algún sitio he dejado en suspenso
que solamente han estado esperando por este momento.
Que si un día fueron tuvieron sentido
para volver a enfrentarnos delante
dejando atrás al tiempo y sus abismos
con sus llamadas y sus visitantes.
Para el reencuentro que tengo hoy contigo y en este lugar.
Yo sé que siempre se sigue adelante
y que nos llenamos de otros nuevos días
y al eventual transcurrir de las tardes
un día vi el batir de las alas de ayer.
Más no partió tu recuerdo incesante
y aún me despierto al eco de tu risa
de vuelta a atrás donde a veces estás
pero qué hago con tanto que nunca se fue.
Si cada quien va jugando hoy su vida
con lo que cree de lo que le enseñaron
y andamos siempre tan definitivos
tan decididos a purificarnos.
Lo cierto es que hace unos meses me da por ponerme a esperar.
Si te lo cuento es porque estás volviendo
amaneciendo vendrás con los días
el tiempo pasa y porque no te tengo
es que sólo me ha quedado tu partida.
Ayer dejé de guardarte canciones
hoy te propongo ésta y me voy dejando
la puerta abierta para que a tu vuelta no dejes de entrar
... no dejes de entrar.

Adicto

"Todos nos pasamos el tiempo buscando el amor que no hemos tenido, y nos encontramos con el alcohol o el sexo. Es como una fatalidad. Seremos siempre niños mal amados"


[Escrito por un adicto al sexo, antes alcohólico]




¡Caí en su trampa nuevamente! Ignoré el juramento de no volver a verla, de despreciar su llanto o sus malditos juegos y volverme sordo ante sus ruegos... pero mi voluntad se hizo añicos al sentir su cuerpo. Es como si mi vida dependiera de ella.

Sé que me hace daño, que disfruta morbosamente verme en el suelo lamiendo sus pies, pidiéndole que no me deje aunque la culpa me abofetee luego, cuando me absorbe la ansiedad de poseerla otra vez... Qué irónico pensamiento, si es ella quien siempre me ha poseído.

Hay días en que amanezco atado a su cama o esposado al fregadero de la cocina, solo, desnudo y sin puta idea de cómo llegué ahí. Esos instantes me hacen maldecir la noche en que la conocí, ¿por qué teníamos que estar precisamente en el mismo bar?, ¿por qué me enamoré de su sonrisa y le pedí volver a verla?, ¿por qué permití que me enredara en sus mentiras, en su actuación de niña frágil y desprotegida? Simple y llana soledad...

A veces, montada en mí, suspira que me ama mientras me vuelve loco con sus movimientos frenéticos. Y yo le creo, y me muero de amor y de alegría al escucharla, aunque sé que no hay amor en su mirada, en sus tacones de aguja clavándose en mi carne, ni en su látigo de cuero lacerando mi piel. Sé que ni siquiera yo la amo, que lo que tengo es una fijación por lo obsceno de su ser, una adicción incurable por el lado más sádico y perverso de su mente, y a la vez, sé que ella es adicta a mi sumisión, al papel de víctima que represento en su teatro. Sé que me necesita tanto como yo a ella, pero nada bueno nos espera si continuamos así.

Sé también que algún día se le pasará la mano, y quizá me ahogue mientras apriete mi garganta con su mascada de seda, o mi corazón se detenga durante el acto, o tal vez se le ocurra dispararme y dejar que me desangre mientras me masturba. A estas alturas nada me sorprendería, y eso me asusta y me excita en demasía.

Esta noche no me ha dejado verla, y me tortura el insomnio con imágenes prohibidas de su cuerpo, con escenas de las cosas que hemos hecho, con fantasías en las cuales soy yo quien la domina, rompiendo el círculo vicioso en el que estamos inmersos.

He decidido salir, pues dormir se me ha vuelto imposible. Inconscientemente caminé hacia su casa, pero antes de llegar me detuve en seco; entre las sombras de la noche creí verla, envuelta en besos y caricias de otro amante, alguien sin rostro que la tocaba como yo deseaba hacerlo, pero al acercarme noté que era una pareja a la que no conocía, y estuve tan cerca de armar una escena de celos frente a esas personas... Me siento como un idiota.

Mis pies me llevaron, nuevamente sin pensarlo, a la barra gris de una cantina. A mi lado sólo está media botella de tequila y frente a mí, el cantinero grasoso que apenas nota mi presencia. Yo sé que estoy jodido, que emborracharme sólo es otra manera de auto compadecerme, fingiendo con ésto curar mi otro vicio, y mientras lo pienso apuro las últimas gotas de alcohol que raspan mi garganta, como si con ello pudiera detener la hemorragia de su desprecio.

Todo alrededor se ve borroso, ya no distingo el valor de los sonidos; me he vuelto de barro, pesado, grasiento y sin sentido. Mis manos no son mías, estoy mortalmente sediento y desvarío, pero antes de perderme entre las sombras alcanzo a distinguir un pensamiento, y en mi cabeza se dibuja la figura que ilumina mi cerebro.

Es ella, susurro, mientras trato de alcanzar algo que nunca ha sido mío.

Elena

Era el quinto día en que su asiento permanecía solitario, y él no podía evitar mirarlo con la esperanza de que al voltear, ella aparecería como por arte de magia. Pero en todas las ocasiones eso nunca ocurrió, así que decidió buscarla y acabar con sus dudas.

Cuando llegó al departamento 17, las manos comenzaron a sudarle, y tembloroso tocó el timbre. Su sonrisa se ensanchó al escuchar un "Ya voy" del otro lado, pero se convirtió en una mueca de tristeza cuando la vio abrirle la puerta. Su aspecta era grisáceo, tenía los ojos hundidos y la nariz irritada, pero de todas formas le sonrió y lo invitó a pasar. Él se animó un poco y le ofreció la maseta con el rojo tulipán que le había comprado. Ella lo miró agradecida y se apresuró a ponerlo en el lugar indicado. Dado que vivía sola, aquél lugar siempre parecía demasiado grande para ella, o al menos esa impresión le daba.

- Siéntate donde puedas - le dijo en tono burlón.

Dubitativo, se quedó parado en medio de la sala, mientras trataba de adivinar que contenían las bolsas negras que ocupaban los sillones.

- ¿Te vas a mudar?

- Algo así - contestó ella después de un fuerte estornudo, cubriéndose la nariz con el dorso de la mano - Mamá me pidió que pasara unos días con ella, al menos hasta que me recupere - continuó, con voz nasal.

Contemplar su ausencia otro día lo hizo sentirse tremendamente desdichado, y de pronto se encontró con que las cosas que había planeado decirle ya no servirían para nada.

- Estoy realmente cansada - suspiró ella sacándolo del trance en el que estaba - ¿Me acompañas a dormir?

En otras circunstancias aquella propuesta hubiera tenido mil significados más, pero al ver su rostro agotado supo que sólo poseía uno: Dormir, y nada más. Eso, sin embargo, lo puso muy feliz y sin decir palabra la siguió hasta su cuarto, que pareceía pertenecer a una princesa, por lo que ella, perdida entre los pliegues de una playera XL y sentada a la orilla de la cama mirando al infinito, realmente desentonaba.

Él la contempló calladamente. Le sorprendió lo pequeña que era, pues sus pies ni siquiera rozaban el suelo; se veía tan frágil y enferma que optó por arrodillarse y quitarle los gastados, pero comodísimos tenis que portaba. Ella, como si fuera una muñeca de baterías, giró sobre el colchón hasta quedar boca abajo, abrazó una almohada y con el rostro hundido en ella le pidió que se acostara a su lado. Él rodeó la cama, se quitó los zapatos aún de pie y adoptó la misma posición que ella sobre el colchón, pero mirándola de frente. Su respiración era tan calmada que creyó que ya estaba dormida, cuando, sin abrir los ojos, le dijo:

- He visto a cinco doctores diferentes esta semana, y ninguno atina a saber lo que tengo - entonces lo miró - estoy muy asustada, yo... no quiero... - pero su voz se quebró y empezó a llorar, despacio, como si no tuviera energía para ello.

En el corazón sintió un gran nudo que lo estremeció desde la espalda, y al no saber qué más hacer, la enredó entre sus brazos meciéndola suavemente, y como si fuera una canción de cuna le susurró al oído sin cansarse "Todo va a estar bien, todo va a estar bien... ".

No supo en qué momento se quedó dormido, pero el cuerpo le dolía a mares y le costó mucho acomodarse. En ese instante se percató de que era ella quien ahora lo abrazaba, y de que su piel, antes fría y reseca, ahora se sentía cálida y tersa. Se maravilló al notar que había recuperado su brillo, incluso sus labios... sus labios le provocaron un escalofrío, pues de ellos brotaba, en la comisura de una sonriente mueca, un delgado y prolongado hilo de sangre.

Eran las 6 pm. cuando ella partía en autobús hacia la casa de su madre. Acababan de pasar por la primer caseta cuando se percató de la nota que sobresalía de su cartera.

Recupérate pronto. Te estaré esperando.

La sostuvo largo rato entre los dedos, la regresó a su lugar y sonrió, dichosa de la nueva vida que había adquirido, mienstras el reflejo de la ventana le devolvía la sonrisa.

Principio de ruina (o de qué pasó conmigo)

No tengo absolutamente nada interesante que decir. No me queman las dudas, no estoy sufriendo por amor (falta o exceso de), no padezco de insomnio ni tengo ganas de escribir todas las cursilerías que me vienen a la mente. La inspiración ha abandonado mi cabeza (mi corazón, mi alma, o cualquier sitio donde ella se instale) por lo menos para escribir, por lo tanto decidí subir este dibujo... al menos en esto no ha huído de mí.

Ceguera

No se trata de un reclamo, ni pretendo por ningún motivo que te sientas incómodo, que me mires con recelo o pienses, que al igual que los otros, también yo te juzgo.
Tómalo más bien como la petición de una amiga, un consejo que pretende no atorarse en tus oídos y cimbrar tu corazón. Es que la razón no es lo que me mueve, sino la certeza de que te estás haciendo daño, y por lo tanto me hiere a mí.
Yo sé que te consumes por el rabillo del ojo, que se destila por tus poros la joven ansiedad por tu futuro. Sé que el pulso te tiembla cuando más seguro estás de lo que haces, y que las alas de cera que tan celoso guardas, desatarán huracanes si alguien trata de tocarte.
Sé que las peores cicatrices son las que no me presumes, cuyas historias finges te enorgullecen y relatas cual si de mitos se tratasen.
No hay verdad en tus palabras; yo te he visto vulnerable y aterrado entre mis brazos. Te he observado desde lo alto tratando de no enredarme entre tus redes, pero ahora me evaporo con tu sangre, dispuesta a entregarme a tu viciosa mentira y también cegarme.
Quizá, al clímax de nuestras vidas, sólo quede el brillo de la rosa que adorna mi falange.

Después (Crónica de un matrimonio fallido)

La casa está vacía, y no tengo que encender la luz para saberlo. Entre las sombras, alcanzo a distinguir las cajas que aún no desempaco; como torres decadentes se amontonan en la sala. La mayoría contiene baratijas que quizá le obsequie a la basura, en honor a los años que llevan acumulándose en espera de tiempos mejores... pero ésos nunca llegaron.

Suspiro. Me siento patético recargado en el quicio de la puerta poniéndome melancólico, disfrazado de hombre soltero en un viernes por la noche. Contra toda lógica, me dejé convencer por mis compañeros de ir a un bar y salir de mi absurda abstinencia, pero apenas un tequila y una chica en minifalda con ebria sonrisa me bastaron para desistir. Aún no estoy listo.

Regresé a tu manto, oscuridad, vencido por la desconfianza y más desanimado que nunca, con la líbido destrozada y la vergüenza de mirarme desnudo ante el espejo del baño. No es que me desagrade la imagen que reflejo, es que siento pena por este cuerpo a que le niego el abrigo de una piel femenina.

Ya casi se cumple un año y yo sigo extrañando sus caricias, sus besos dulzones, el jabón con el que se bañaba... ¡Carajo! Si a veces hasta extraño las malditas peleas que cada día eran más frecuentes, ¿cómo no extrañar sus gemidos cuando hacíamos el amor?

La cama es una playa de arena pegajosa demasiado alejada del mar. La cabeza me da vueltas de tanto que me muevo en ella buscando mi lugar. Las sábanas me estorban y en vez de frío siento ese calor seco y asfixiante que no me deja dormir. Todos los días me pregunto cuánto tiempo me falta para acostumbrarme a ésto, cuántas noches más habrán de calmar mis manos las ansias de mi sexo, que llevaba un ritmo ya determinado de íntimo contacto con aquella mujer.

Si me lo preguntan, no fue la carencia de afecto lo que nos orilló al divorcio, sino la falta de entusiasmo hacia nuestra relación. A pesar de que cientos de cosas nos unían, no hubo motivos suficientes para prolongar mi permanencia a su lado. La única chispa que soltábamos quemaba el colchón, y según he comprobado, eso no es igual a salvación.

Lo que se perdió aquel día, aunque estuvo disfrazado de un tratado cortés, jamás he de poder recuperarlo. Extraño a mis hijos, cual si me hubieran robado un trozo de corazón. La extraño a ella, y aún no me hago a la idea de que "nosotros" nunca volverá a ser. Pero sobre todas las cosas extraño mi papel de hombre de familia, de padre de tiempo completo y esposo protector. Ahora sólo soy un eslabón más de lo disfuncional de este país, el ejemplo claro del sueño roto de un final feliz.

Estoy fumando de nuevo, sé que a ella le molesta.

Noche sin luciérnagas

Pues, resulta que no puedo estar contigo más,
Diciembre está llamando y ahora me dejo llevar.
Pues resulta que me voy y es por lo pronto
porque aquí acaba mi vuelo junto a ti,
porque no me verás más y
porque resulta preciso que sigamos separados.

Despedirnos es a un tiempo y con nosotros
un asunto indispensable como el que un día nos unió.
Despedir es devolver la libertad y es
retomarme y caminar sin ir a ti,
y es volver a dibujarnos cuando no está la otra parte
que nos hiciera estrellar.

"Si mi amor" me dices si algo te pregunto
pero tú no me amas ya de tiempo atrás,
lo callábamos pensando que el mundo seguía adelante
porque nunca me decidiría a soltar.

Mi vida, que sé que muy bien que puede que la vida
nunca más destelle igual,
pero en tanto habita el tiempo entre nosotros,
y estas horas que lo dicen todo encuentran su lugar,
buscaré un silencio largo más allá de donde el viento
que hoy me lleva, determine la distancia.

Y recordaré las horas a tu lado,
como el sabor que he probado
nunca se llega a olvidar,
y cuando des más de mil mañanas nuevas,
y aún me ronde tu recuerdo algún presente me traerá,
la resignación y olvido de venturas y momentos
que pasado son y que ya no volverán más.
Y te llevaré conmigo y con mis pasos,
y con ello habré de aprender a vivir,
si bien sé que tú lo sabes ya que tanto lo hemos visto,
todo empieza con nosotros donde vamos.

Mi vida, que queriendo como bien te quise yo
quién se viene hoy a marchar.
Pero cierto es que decir "ya no te amo"
prolongó una despedida que emprendiste tiempo atrás,
y con ella me encamino en esta noche sin luciérnagas
que se abre con las llaves de tu nombre.

Fernando Delgadillo.

Pasado

Sé que no fue escrito para mí, pero me adjudicaré la dedicatoria porque me identifico con este pedacito de otro libro del buen Paco Ignacio Taibo II, ahí va:

"Era una relación pecaminosa. Pinche ángel caído. Era un pecado: acostarse con el pasado. Los que cogen con el pasado mueren, envejecen. Se enamoran de los ayeres y se quedan ahí para siempre, tiesos, congelados, sin poder volver."

... díganmelo a mí.

P.D. Lo sé, parezco niño... ¡y no me importa!