Desastre natural

No importa cuánto penetrara tu cuerpo, jamás notaste que mi alma deseaba entrar también. Tu piel tan fría, tu mirada tan distante, las manecillas se congelaban sin sentido y mi abismo se expandía cada vez más. ¿Qué razón me impulsó a amarte de tal manera? ¿Cómo es que todo se fue a la mierda si decías quererme igual? Quizá no era suficiente el todo que te entregaba, quizá soñé demasiado y fuiste tú quien se equivocó de hombre al que engañar.

No sé si fue tu cadera, tu olor o el daño que me hacía el veneno de tus caricias. No sé si era el pago merecido por un buen por venir. No sé y no me interesa el por qué me heriste tanto, lo que deseo es perdonarte para que ya no me duelas más, para que al verte deje de escuchar los ecos del caos que causaste en mi interior.

Muero por encontrar la forma de ignorar esos meses que entregué a ciegas, por que todo el alcohol que hay en mi cuerpo destruya la imagen perfecta que aún tengo de ti. Por perderme en los brazos sinceros de esta mujer que tanto me ama, por creer una vez más que eres buena y no quisiste que mis lágrimas brotaran… Pero es tu arrogante sonrisa la que no me deja olvidar.