Debería ...


Entre los múltiples dolores de mi cuerpo está el del corazón, con su intermitente suspirar a causa de un mal de nacimiento.

A lo lejos vi tu imagen alejándose de mi, pero mis pies se clavaron en el suelo y el impulso de correr fue quebrado por mis miedos.

Escuché tus palabras esa noche y aún no creo lo que dijiste. Si por tí hubiera dado hasta la última célula de mi ser, ¿cómo puedo comprenderte si de mí no pides nada?

Si confío en tu invitación macabra me convertirás en tu verdugo, y yo accederé porque te quiero, porque sueño con que seas feliz, aunque no desee volver contigo.

He llorado, reído, odiado y perdido por tí, me encadené a un martirio porque tu amor era demasiado para mi cuerpo. Ahora estamos muertos y de la tumba escapamos, en este invierno que amenaza con tragarnos si no salimos de aquí, pues en tu muerte estuvo mi condena, pero en tu redención, ¿qué habrá para mi estela?

No hay comentarios:

Publicar un comentario