Confieso que es un
alivio saber que ya no te encontraré caminando por las mismas calles; has cerrado correctamente un ciclo que parecía interminable. Tu recuerdo apenas y me
alcanza en días nublados como este, donde de pronto aparecieron nuestras
últimas palabras; casi puedo decir que me alegró leerlas, o por lo menos, que me
ayudaron a comprender que no nos debemos nada, que hemos quedado libres el uno
del otro. Ignoro si eso significa algo para ti, pero para mí equivale a una
revelación y un gran consuelo.
Si en algún momento te has vuelto a pasar por aquí, seguramente
pensaste que no es muy sensato que conserve Hope
Leaves o la “J”, y sólo te diré que
decidí ignorarte porque son parte de mí tanto como lo son cada palabra
publicada. No me imagino siquiera lo que estarás haciendo ahora, o si
en realidad quiero saberlo, pero me sorprendí deseando de corazón, alma y
pensamiento, que la vida esté siendo muy grata contigo.
Al perderte, afortunadamente, no me he perdido yo, es sólo
que me ha costado reconstruir lo que quedó en escombros. No fuiste tú la causa
de la “Gran demolición”, pero tu ausencia ha sido, sin ofenderte, una enorme
bendición. Tal vez sea cierto y ya jamás vuelva a verte, lo único de lo que
estoy segura es que he roto mi promesa, y las palabras que adornen tu último
lugar en el mundo, ya no seré yo quien las escriba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario